Foto: D. MARÍN

LA VÍA ARANESA – Article des Conselhèrs Generaus d’Unitat d’Aran

El actual momento político tiene, sin duda, todos los elementos de una encrucijada histórica de final incierto. No obstante, en medio del intenso fragor de los  acontecimientos ocurridos en las últimas semanas, en Aran ha existido una realidad paralela y singular.

Una vez más, la Generalitat de Catalunya no llegó a plantearse, de forma equivocada desde nuestro punto de vista, que Aran debería haber recibido en este proceso, un trato singular. El motivo resulta más que evidente: si la Ley de Aran del 1/2015, aprobada por el Parlament de Catalunya, reconoce a Aran como “[…] una realidad nacional con personalidad propia diferenciada fundamentada en el hecho que dispone de lengua y cultura propias, compartida con el resto de Occitania y, a la vez de una antigua tradición de autogobierno firmemente defendida por los araneses a lo largo de los siglos[…]” parece claro que, tras este reconocimiento institiucional y legislativo, el trato a los araneses ante el desafío planteado debería haber tenido algunas consideraciones previas.

La primera es que, una vez que el parlamento catalán decide poner rumbo hacia el 1 de octubre, esa decisión, requería, si se hubiera querido incorporar a los araneses, un acuerdo con sus instituciones y una coparticipación de éstas en la organización del mismo. Pero nada de eso sucedió.

A continuación, si se hubiera producido el primer escenario, resulta obvio que debería de haber empezado una negociación paralela para saber cuál era el futuro de Aran en esa nueva e hipotética República planteada en forma de nuevo estado. Evidentemente nada de ello ha sucedido y, por tanto, a pesar de la llamativa existencia del “òc” en las papeletas, ningún otro signo ha distinguido la presencia de Aran en este proceso.

Nada resulta extraño a los que ya sabemos cuál ha sido el devenir de esta relación en los últimos años. Algunos elementos claves denunciados en numerosas ocasiones por Unitat d’Aran lo manifiestan claramente: El nulo desarrollo de los marcos legislativos recientes como la Ley de 2015 de Régimen especial y más antiguos como la de Ley del aranés de 2010; la liquidación del sistema de financiación en 2011, que sigue sin alternativa todavía, y la nula evolución de los marcos competenciales… La lista podría alargarse, pero no es el agravio lo trascendente. La cuestión es cómo, conocidos todos ellos, con todos los matices, dificultades y condenas a la violencia que por suerte no existió en Aran, se hacen compatibles dos realidades y dos voluntades populares tan diferentes. En Aran votó el 24% de su censo, con un 19% a favor del sí. En Catalunya lo hizo un 43’03% de su  censo con un 90’18% a favor del sí y un 7’83% a favor del no.

Lo cierto es que Unitat d’Aran, en un manifiesto político muy explícito, reclamó la no participación de los araneses en este referéndum, desde el respeto a las decisiones que pudiera tomar el pueblo catalán y, a su vez, pidiendo respeto para la vía propia de los araneses, si finalmente se producía un cambio de statu quo territorial.

Esta posición, dicho sea de paso, debería de haber sido defendida con fuerza por las instituciones aranesas, que han optado por quedar silentes en este momento trascendente de la historia. Una defensa que nos hubiera permitido afrontar el proceso de forma diferente y aplicar la adicional 1ª de la Ley de Aran, donde se reconoce a los araneses el derecho a escoger su futuro, sin contradicciones ni el equívoco de votar  con dos identidades, que pueden responder a intereses contrapuestos.

Ahora, y en este contexto político nacido después del 1 de octubre, Aran ha de recorrer su propia vía legítima para decidir su estatus futuro. El pseudocomarcalismo ya no tiene más recorrido. Es el momento de plantear un desenlace que dé respuesta a una voluntad política. Y como hemos reiterado siempre, hacerlo desde el pacto y el diálogo, pero huyendo de la política-folklore que nos ha llevado a la irrelevancia institucional en la que nos encontramos.

 

Aran, 13 de octubre de 2017

 

*Firman este artículo los Conselhèrs Generaus de Unitat d’Aran

Francés Boya

Juan Antonio Serrano

Maria Vergés

Amador Marqués

Francés Bruna