Llegó al despacho de la Conselleria de Cultura desde las aulas de la facultad de periodismo. Pero, pese a que ahora vista traje y corbata, no ha perdido el afán didáctico. Joan Manuel Tresserras (Rubí, 1955) fue nombrado conseller a instancias de Esquerra Republicana, pero dice no tener partido. Y parece dispuesto a rendir cuentas sólo consigo mismo.
Pregunta. – Desde el mundo de la cultura se le considera un conseller más pensado para las políticas sobre medios de comunicación que las culturales.
Respuesta. – Aunque la gente me conoce por mi trabajo en el Consell de l’Audiovisual de Catalunya, conozco el país, el territorio y su cultura.
P. – ¿Cómo afronta su mandato?
R. – Nuestra política, en cierta manera, apuesta por la continuidad, pero en determinados campos es necesaria una sacudida. Y la haremos.Con prudencia pero con contundencia
P. – ¿Sacudida?
R. – Existe en Cataluña un discurso autoflagelado y acomplejado sobre la cultura catalana y sobre algunos de sus ámbitos, como la lengua. Parece fácil hacer discursos radicalmente críticos y con vaticinios terribles. Pero, no tiene sentido que la gente luche para ganar radicalidad en este ámbito. Se han de reconocer los problemas pero no exagerarlos. La cultura catalana no es ni tan pequeña como se dice, ni está tan en precario. Así que hay que reconsiderar qué es cultura catalana y abandonar los parámetros de debate de la transición, cuando el problema era si la cultura catalana lograría sobrevivir. Esos son términos de debate de los años 70, 80 y 90.
P. – Habla sobre el eterno debate de si la cultura viene dada por la lengua
R. – No se trata sólo de la lengua, sino sobre qué concepción tenemos de lo que es cultura catalana. Tras la salida de la dictadura se produjo un debate entre quienes tenían como prioridad absoluta mantener una imagen mítica de Cataluña y quienes decían que no era real.
P. – ¿Qué imagen mítica?
R. – No tenía sentido plantear una Cataluña de tres millones de personas en un país con seis millones de habitantes, ni pensar que quienes no pertenecían a esos tres millones nunca lo serían nunca.
P. – Volvemos a la lengua
R. – Repito que no es sólo la lengua. Hay quien sigue pensando que hay una manera genuina de ser catalán, que hay un modelo de catalanidad y puedes escoger entre entrar en él o quedarte fuera. Es un error. Hay quien pretende que quien llegó a Cataluña hace 60 años todavía es emigrante. Pero, ¿alguna caducidad debe tener? La condición de emigrante es temporal y circunstancial.Y estos términos no sirven en la época de la globalización, así que hemos de reformular qué es cultura catalana.
P. – Y, ¿qué es?
R. – Cultura catalana es la que hace quien vive en Cataluña; y cultura popular catalana la que hacen los sectores populares que hoy viven en Cataluña. Esto quiere decir que la cultura catalana la hacen tanto quien llegó hace 200 años como quien acaba de llegar. Y, si concebimos así la cultura catalana, de una forma inclusiva, hay que crear un marco en que el contacto genere las nuevas formas de cultura catalana y de identidad. En Cataluña eso es posible porque nadie puede atribuirse un modelo de catalanidad.
P. – Ya ha pasado en música, pero hay quien piensa que el sonido de la Barcelona mestiza no forma parte de la cultura catalana
R. – Quien piense así, ya aprenderá. Pero también hay quien intenta que las formas culturales que llegan a Cataluña de fuera no se contaminen. Los flujos migratorios han recompuesto las clases populares catalanas dos o tres veces en los últimos 50 años y la matriz de la nueva catalanidad tiene que ver con lo que se hace en esas clases. Una política cultural tiene que intentar que se den las mejores condiciones para que la gente funcione en libertad, tiene que desmontar tópicos, evitar que el tronco de la cultura catalana se fosilice en un afán por protegerse.
P. – Pero este discurso integrador no es aceptado por aquellos sectores que, por ejemplo, no piensan que el flamenco sea cultura catalana
R. – En el siglo XIV la gente no comía pan con tomate porque no había tomates… Lo que será la cultura popular tradicional catalana dentro de 150 años, en un 80%, aún está por hacer. La tradición sólo lo es si se renueva y muta en sucesivas modernidades y cualquier modernidad es más potente si se vincula a alguna tradición fuerte.La cultura no es una herencia inamovible, es un proceso histórico.
P. – Entonces, ¿Ginesa Ortega o Muchachito Bombo Infierno son cultura catalana?
R. – Pueden llegar a serlo. De lo que no me cabe duda es de que la rumba es cultura catalana.
P. – ¿Tanto si se canta en castellano como en catalán?
R. – Sí, porque está hecha aquí. En el área de Barcelona se hablan actualmente 300 lenguas y nos tendremos que acostumbrar. Hay una presencia más fuerte del castellano porque es la lengua vehicular de un Estado y porque, durante mucho tiempo, ha llegado a Cataluña gente que la tenía como lengua materna. Pero eso ¿pone en riesgo el catalán? No. Porque toda esta gente lo aprenderá. Tienen derecho a aprenderlo. Si quieren. Quien no conozca el catalán y el castellano, aunque pueda sobrevivir en Cataluña, estará en desventaja. ¿Que pasa? Que el castellano es una lengua universal y su presencia está más garantizada, mientras que el catalán lo tiene más difícil.¿Hay que obligar a aprender catalán? No, es un derecho
P. – Y su partido, ¿piensa igual?
R. – Es que yo no tengo partido. Soy conseller a propuesta de ERC y sí, creo que ERC piensa así
P. – ¿También Joan Carretero y su Reagrupament Nacional?
R. – No he tenido ocasión de hablarlo con él. Yo soy consecuente: en Cataluña hay un proceso abierto de construcción nacional y, actualmente, en todo el mundo, se está replanteando la idea de nación. Donde hay nación y no hay estado es más fácil el debate, porque es más fluido. En un país con 8 millones de personas, el país son esos 8 millones de personas y la política cultural del Govern tiene que estar dirigida a esos 8 millones de personas.Eso me parece indiscutible. Y sensato. Y es lo que intentaremos hacer. Pero esas 8 millones de personas tienen que entender que la tradición cultural enraizada en Cataluña no es una casualidad histórica y no podemos renunciar a ella porque es un capital colectivo importantísimo. Pero nada de lo que llega nuevo nos sobra.
P. – ¿Qué acciones emprenderá para cambiar esa concepción?
R. – Hay que ganar complicidades para que la gente asuma que participa de la cultura catalana e intente conocerla.
P. – ¿Qué sector cultural necesita un cambio de política más radical?
R. – En el ámbito de la cultura popular hemos de intervenir con energía
P. – ¿Volverán a pelear por las casas regionales?
R. – No dejaremos a nadie colgado. Pero una cosa es estudiar el tema con respeto y otra pensar que son una plataforma de clientelismo.Si creo que tiene que cambiar lo diré y les ayudaré a cambiar si los convenzo. Hace tiempo que nadie les explica que la cultura popular es la que se hace hoy y no la de hace 50 años. Si los padres hacen una cosa, los hijos deben conocerlo pero también deben poder hacer otras cosas. La gente ya escogerá y probablemente lo probará todo. El poder político no debe prefigurar qué quedará, la Administración debe sólo dar las condiciones para que pase.
P. – ¿Hay otros ámbitos donde deberá intervenir?
R. – Sí, por ejemplo, en el tema de industrias culturales ya que se ha priorizado la ayuda a la creación, pero ahora hay que desplazar o generar nuevos recursos para conseguir que los productos lleguen al público, para los canales de distribución. Los productos culturales no deben venderse por ser catalanes, pero por ser productos catalanes no pueden tener el acceso vedado.
P. – Se ha generado polémica ante el hecho de que la música catalana acuda al Midem de Cannes como Sounds from Spain.
R. – Este año ya estaba organizado así. Y el año que viene ya veremos qué hacemos. De todas maneras, siempre digo: Sounds from here, there and everywhere, ya lo decían los Beatles y es insuperable.Con el Midem, ya veremos qué hacemos, lo hablaremos con el sector y haremos lo que sea mejor.
P. – ¿Cómo lleva la Ley catalana del Cine?
R. – Todavía hemos de contactar con el sector y necesitamos tener información sobre el proyecto español.
P. – ¿Contemplará las cuotas?
R. – Soy partidario de las medidas en positivo, pero si los franceses tienen cuotas no se nos pueden pedir a nosotros que renunciemos.
P. – ¿Defenderá en Madrid un canal en catalán para RTVE?
R. – Planteamos algo razonable: ofrecer a un medio público la posibilidad de cumplir la Constitución, que dice que España es un país plurinacional. Deben pensar si asumen la cultura catalana como propia. Nosotros ya hemos hecho la propuesta.