Hoy somos, indudablemente, más pobres que ayer, lo somos en términos individuales y colectivos. El paro, lejos de reducirse, ha superado en Cataluña valores impensables y sigue creciendo. El contexto político no es mejor que hace dos años. Los que, desde su responsabilidad de gobierno, pactaron una hoja de ruta profundamente conservadora para superar la crisis, hoy nos conducen a un enfrentamiento sin precedentes entre las dos orillas del Ebro. El panorama no resulta muy halagüeño ni para Catalunya ni para España.
Tampoco lo es para Aran, donde la situación del Conselh Generau se halla en estos momentos bajo mínimos, recortado su presupuesto hasta una situación dramática (-36%), superior a la media catalana. Hoy, después de 18 meses de gobierno de Convergencia y sin ningún proyecto de presupuestos sobre la mesa, el desconcierto sobre el futuro es total con pérdida de actividad empresarial constante, con un turismo que además de afrontar las dificultades derivadas de la crisis tendrá que sumar las nuevas medidas impositivas aprobadas por la Generalitat y, por si ello no fuera suficiente, deberá ahora gestionar un soterrado enfrentamiento que puede generar des afecciones en mercados turísticos muy importantes para nosotros.
Será positivo reflexionar sobre todo ello, discutirlo y plantearnos, sin eludir ningún debate, las prioridades para estas elecciones y para nuestro futuro inmediato. Ya sé que parece que el ciclo nos ha llevado a un momento en que resulta más fácil una respuesta simple a tanta complejidad. Una palabra que resuma un sueño es el mejor eslogan para una campaña hecha sobre las confrontaciones, especialmente si el sueño nos permite vivir en una Icaria feliz.
Lamentablemente, los sueños suelen alejarse de la realidad tanto como lo hacen algunos políticos. No niego el derecho a caminar hacia el futuro que democráticamente decidamos. Pero al hacerlo, no olvidemos que las cunetas del camino están plagadas de tantos y tantas que ya no nos siguen, y, por más que corramos, no evitaremos dejar tras nosotros un país que, obsesionado en su quimera, ha olvidado gestionar una realidad obstinada y dolorosa que lo aleja de aquel que soñaron todos aquellos que durante generaciones construyeron un preciado bienestar que hasta hace poco conocíamos.
Francés X. Boya Alós, senador y secretario general de Unitat d’Aran