Hoy vivimos con tristeza y enfado el anuncio de cierre de una empresa emblemática del Valle de Aran. Una empresa que después de cerca de dos décadas de estar instalada en Lés, ha conseguido un notable éxito con la exportación de caviar.
Somos conscientes de las dificultades y los reparos que siempre han tenido las empresas para instalarse en zonas de montaña, alejadas de las ciudades y además, hacerlo aplicando procesos industriales modernos y limpios. Por esta razón, la pérdida de esta empresa resulta más dramática. Por sus 30 empleos directos que tienen un impacto importante en el Bajo Aran y en el conjunto del Valle. Por los procesos de innovación que la empresa aplicaba en sus procesos: el primero aplicado a la recuperación del CO2, convertido en carbónico alimentario y que representaba una parte importante de su negocio; el segundo por los avances altamente innovadores en la producción de caviar,en los qué, un nuevo proceso de selección haría en el futuro aumentar la producción de forma notable.
El caviar y su producción de cerca de mil quilos exportados prácticamente en su totalidad a Rusia y Japón, entre otros destinos, era hoy un producto cuyo nombre estaba asociado al Valle de Aran, a la pureza de sus aguas y a una imagen de turismo de calidad.
Hay que reconocer que esta fue en su momento una excelente iniciativa, aún hoy incomprensiblemente criticada por algunos, de la cual no deberíamos prescindir. Y no deberíamos hacerlo porque el daño en nuestra economía y en nuestra imagen va a ser muy considerable en unos momentos especialmente críticos de nuestro país.
Lo incompresible de todo este proceso es que el motivo del cierre sea la decisión de un gobierno que de forma autista y unilateral modifica el marco de relación con las empresas sin tener en cuenta su marco de mercado ni las aportaciones que estas empresas hacen al conjunto de la economía de un territorio. Un autismo que será desastroso, no sólo para nosotros, sino para infinidad de procesos de transformación agroalimentaria que requieren de la cogeneración para ser competitivos.
En definitiva, un cierre que no deberíamos permitir, que hemos de combatir, haciendo reflexionar al gobierno que esta no es la solución a los problemas de la crisis, sino que precisamente, la solución está en el sentido diametralmente opuesto. Es decir, ayudando a las empresas a crear empleo y generar productos de calidad que sitúen nuestra marca y sus valores en los mercados a los que podemos exportar nuestra calidad y nuestro saber hacer.
Juan Antonio Serrano (Conselhèr generau e President deth Grèmi d’Ostalaria dera Val d’Aran)